jueves, 21 de julio de 2005

El Adios a Olaf

Ante la muerte abrupta e inesperada de un amigo, familiar, compañero de trabajo, o de quien en alguna de las muchas vueltas de la vida se relacionó contigo, me hace valorizar más aún, minuto a minuto, la importancia de la calidad, entrega y compromiso de lo que hago con mi vida en lo cotidiano, con mi familia, mi trabajo, mis amigos, en definitiva con mi entorno.

Con la partida de Olaf Olmos, me surgieron diversos sentimiento, algunos encontrados por qué no decirlo, pero en general, de admiración por su profesionalismo, su entrega, su rigurosidad en el trabajo y por su constante dedicación por lo justo, a su manera, pero lo justo a fin de cuentas.

Buscaba la forma de escribir de él en este espacio, pero no sabía como hacerlo, él era un laberinto de ideas, facetas y estados de ánimo, que como el tiempo iban cambiando constantemente. Sin embargo, un grupo de muy buenas amigas, estas mosqueteras que tienen un tremendo corazón, lograron por medio de la sección Cartas al Director del Diario La Estrella de Iquique (edición impresa) del Jueves 21 de Julio de 2005, interpretarme en muchos de sus sentimientos y palabras para Olaf, por lo que, aprovechándome de ello, quiero compartir con Uds., textualmente lo expresado por ellas.

“Señor Director:

Hace algunos días murió nuestro amigo Olaf Olmos, con quien tuvimos el privilegio de compartir el trabajo, ideales y gran parte de nuestra forma de ver la vida. Tuvimos la suerte de conocerlo en aquella etapa de su vida en que quiso compartir sin egoísmos sus conocimientos y experiencias como persona, profesional, militante, y humildemente como compañero de trabajo, sin atender a las diferencias de edad o contrastes profesionales.

Nada es más triste, que vivir una vida sin sobresaltos, definitivamente para Olaf no fue así, vivió su existencia en toda su dimensión, concretando todo aquello que se propuso, dando pasos acertados y también equivocados, pero sin duda, una vida en toda su extensión. Extrañaremos su cercanía paternal; su simpática ironía y carácter explosivo, que nos hizo quererlo y algunas veces odiarlo, pero prevalecen sus consejos, su apertura a las cosas nuevas y su fe por los jóvenes con quienes felizmente compartió sus últimos años a través de su trabajo como docente en la universidad.

Extrañaremos a Olaf, en las juntas del café, en nuestros cumpleaños, y en los encuentros inventados, espacios que lamentablemente se hicieron cada vez más lejanos, una vez que, por decisión personal y/o la mano traicionera, en un principio, y después acertada para nuestro beneficio, nos alejó de aquel trabajo que nos permitió que nos conociéramos y al cual dedicó una parte importante de su vida y tiempo. Aunque ya no estás, seguiremos esperando el Pachacuti prometido, no para volver, sino para seguir creyendo en la justicia, esa que siempre pretendiste imponer con tus acciones. “Las Turistas” (como nos llamaba Olaf).

Roxana Galleguillos; Gloria Baltazar; Paula Arancibia Rob y Marianela Páez.”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias a migo por compartir este sentimiento, que como tú mismo lo dijiste, de contradiccón, de encuentro, es lo que nos provocó Olaff, muchas veces conflictos y otras "tremendos apoyos".
Una vez más, muchas gracias.

Anónimo dijo...

Gracias por tu opinión respecto a nuestra carta. Todo aquello fluyó del corazón, tu me conoces, no expreso si no siento.

Me gustó tu blogs, amigo, me encantaría que me enseñaras